A verdecita podía sentírsele un poco
rota, un poco ingrávida, un medio triste un cuarto vuelta mierda… y entonces,
recordó aquellos días en los que solía volar por horas pensando en lo que sería
de ella cuando encontrara ese color que le diera esos besitos que dejaran su
lengua isquémica, que le enseñara a amar en cuerpo y alma, en letras y
suspiros, en lluvias de emociones.
Verdecita se negaba a creer que alguien
como azulito pondría su corazón a salvo, porque bueno, verdecita en ocasiones o
más bien en todo lo que a ella y sus capacidades respectaba, era bastante
pesimista, cosa que azulito ya había notado.
Verdecita también pensó que Azulito era un tanto inestable, un día
estaba en el cielo, otro día en el mar y la mayoría de los días en equipos
destruyendo bases enemigas, por ese motivo no se daba el lujo de darle todo de
sí, existía la posibilidad de que lo que él creía querer era un poco lo mismo,
un poco diferente a lo que verdecita quería. Pero bueno claro está que
verdecita comprendería –en caso de que fuese totalmente cierta tal afirmación
sobre azulito- pues ella había estado toda su vida saboreando los sentimientos
por encimita y a duras penas alcanzaba a querer sentir algo y a saber si quería
sentirlo.
Verdecita ve renacer la mañana y lo
primero que se ordena es no pensar en azulito, quien debe estar babeando la
almohada teniendo quizá, sueños húmedos con monjitas vírgenes en ropa de seda.
Guarda canciones nuevas en su reproductor y las escucha a todo volumen cuando
ya no puede dejar de reprenderse por sentir algo por azulito, a veces ella
quisiera no sentir nada, así iría más acorde con su comportamiento. Ella ríe y
ríe todo el día, brinca, canta, cuenta historias, habla y habla, dice groserías
y dice pedacitos de lo que está atorado en su garganta a sus amiguitos, pero
ellos no lo relacionan, creen que son balbuceos entre risas, suspiros entre
brincos y letras entre canciones. Verdecita
siente contracciones estomacales cada vez que su teléfono vibra, se
pregunta ansiosa si será azulito confirmando sus sospechas de que posiblemente
si está pensando en ella, luego se siente mal cuando ve un numero que no
termina en 8421 y se siente culpable porque así debió sentirse el quizá en
alguna ocasión en la que ella no consideró importante enviarle un mensaje para
dejarle saber que si lo pensaba.
Azulito ¿Acaso has tomado tu teléfono e
intentado escribirme algo desde la última vez? Está bien si terminas
arrepintiéndote pero ¿Lo has hecho al menos?
Verdecita se pregunta en
las noches -que son más tristes y no hay personas atrayendo su atención- si
azulito la pensará tanto como ella le piensa, y reza para que azulito se
enamore tanto de ella que se pueda sentir
en la piel, con un roce de manos. Entonces verdecita sabiendo esto se
entregaría ciega e intensamente a azulito. Pero el lío de verdecita es que ella
decide-inconscientemente- cuando darse cuenta de las cosas. A veces a verdecita
no le gusta pensar mucho, teme descubrir que quizá azulito y ella no hacen
complementariedad como la adenina y la timina sino más bien azulito es una
citosina y verdecita una timina. Ambos son como son, son ellos sin más allá ni más acá. Ninguno de
los dos se ve mal, ambos hacen lo que saben hacer y les gusta aunque a veces no
lo sepan, y PUNTO. Verdecita se da ánimos, ella sabe que aunque no haya
complementariedad, una citosina podría unirse a una timina… causarían una
alteración terrible, pero al menos estarían juntos. A verdecita solo le importa
lo que azulito pueda sentir por ella. No le importa si tiene o no tiene, si es
azul claro o azul oscuro, si se ve bien al espejo o no –Aunque vaya que se ve bien- o si borra a verdecita de sus redes sociales
cada vez que da por terminada la relación, verdecita puede evitar muchas cosas
menos quererle y pensarle y extrañarle…
Ojalá azulito, pudiera ver literalmente
que hay en el corazón de verdecita… seguro le pediría dos, tres, cuatro y hasta
seis hijos. A veces a Verdecita se le ocurre que quiere ser una aspirina, así
azulito se la traga entera, a ella siempre le ha gustado que la saboreen, pero
le basta con quitarle el dolor a su querido azulito quien ha sufrido de dolores
de cabeza, aunque en medio-secreto sean más bien dolores de alma, de esa manera
el sería feliz con ella y ella sería muy feliz por hacerlo feliz a él de tan
sencilla manera.
Entre otras cosas, Verdecita
quiere que azulito la ame, que sea él quien dé el salto de fe. Pero si no lo
hace, ella se culpará un buen tiempo y seguro le llorará un poquito en silencio
y luego se apenará por ser tan tonta, lo superará y lo querrá hasta que conozca
a otro color que la haga sentir mejor. Porque ella ya decidió no dar el primer
paso, no importa cuán arrepentida pueda estar después… Así es verdecita, es
ella sin más allá ni más acá Y PUNTO.
1 comentario:
Qué bueno, me hizo acordar a los cuentos de juceca :D
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